GABRIEL MONTOYA (1870 [¿?]– 1925)
El pintor de la pincelada delicada y poética.
Sería difícil hablar del GABRIEL MONTOYA sin antes mencionar su maestro y mentor en las disciplinas artísticas Francisco Antonio Cano, quien fuera un gran influyente en el los comienzos del arte antioqueño. Se presenta en el taller de Cano en el año aproximadamente de 1886 para recibir clases de pintura. Por esta época el maestro estaba recién llegado de su pueblo natal Yarumal, a Medellín y la pintura pasaba por un periodo de transición entre el trabajo artesanal a la rigurosidad de la academia, gracias al mismo Cano a quien se le reconoce como “El más grande de los artistas antioqueños de finales del siglo XIX y principios del XX. Iniciador de la profesionalización del arte en esta región”[1]
Sus obras más tempranas fueron pequeños grabados de la revista El Montañes, una de las más destacadas ilustraciones fue la que llevaba el título de “Nuestros Predecesores”[2] donde se encuentran retratados León de Greiff y Horacio M. Rodríguez y “Lucia”[3] que muestra el retrato de una delicada joven tocando el piano.
Sus obras comprenden un repertorio Religioso, de retratos, bodegones y flores presentan un carácter costumbrista y lírico, con una pincelada delicada y poética; carecen del sentido revolucionario y social que imprimieron más adelante algunos de sus pupilos. Su intención, más que mostrar los aspectos políticos y sociales del momento, fue acoger las cualidades sensitivas y pintar obras bellas, con armonía; obras decorativas más que polémicas. A menudo solía hacer arreglos de fotografías, iluminaciones, o arreglos por encargos. Menciona su mentor Cano: “Es doloroso ver la sensibilidad envidiable de la retina de Gabriel Montoya dedicada a trabajos en que no puede dar vuelo a su imaginación encadenada a diario en encargos como molde y a dar vida con sus colores a trabajos fotográficos. Expone mi amigo uno de éstos encargos y la coloración delicadísima hecha al pastel de una “Ruth”, interpretación fotográfica que Rafael Mesa hizo de un dibujo original mío, hermoso modelo y buen arreglo, completado por Montoya, fue ese uno de los trabajos más admirados en esa exhibición”[4]. Si bien es cierto, este trabajo de una fotografía iluminada al óleo, que obtuvo el 2do premio fue una clara demostración de la exquisitez de los colores que se encuentran en su obra “Retratos Saturados de Vida” [5] esta obra también tuvo una fuerte crítica en el periódico “El Cascabel” por haber, según el autor anónimo, malgastado sus grandes aptitudes, “coloreando fotografías al óleo que nada le enseñan, que no alcanzan a animar su genio, y que no son, en resumen, si no engañabobos desprovistos cuando menos de mérito”[6].
La mayor parte de su obra fue realizada al óleo pero también se encuentran “acuarelas como “El Músico Rivillas” (1897) una representación de un intérprete popular, o “La Campesina de Santa Elena” (1916) que muestra una idílica mujer descendiendo por un sendero”[7], una obra que refleja el toque paisajístico imprimado por su maestro y los referentes de la “Comisión Coreográfica” de la época. Se observan las flores, como sello personal, que lleva la mujer a sus espaldas y que se entre esconden un poco por la pañoleta que lleva puesta, de color amarillo pálido sobre su cabeza.
Su obra más destacada “El vía crucis” una copia de un pintor Alemán de nombre desconocido. Se compone de 14 grandes lienzos (3.50 x 3 mts) cuya realización se contrató por concurso donde compitió honrosamente con su maestro resultando Montoya como ganador. “Con las catorce estaciones a San Francisco llenó, y lloran los santurrones cuando al toque de oraciones ven lo que el hombre pintó.”[8] Los cuadros reposan En la Iglesia de San Ignacio, Anteriormente llamada “San Francisco”; se encuentran ubicados en los extremos de las naves laterales de la iglesia. En cada cuadro se pueden ver las dotes de este gran dibujante con un excelente manejo del color y composición donde predominan los colores pálidos entre grises y ocres demostrando una vez más su excelente capacidad de reproducir grandes obras. Cabe destacar también entre sus obras de carácter religioso, la copia del “sagrado Corazón” pintado originalmente por Cano.
Para poder sobrevivir, su creatividad se vio limitada ya que Montoya realizaba copias de litografías europeas por encargos, retratos copiados de fotografías, iluminaciones de láminas y arreglos variados en la técnica del óleo; en cada una de sus copias dejaba constancia su honradez y ética profesional al registrar el nombre del autor de quien copiaba la imagen. “Afrontó muchas penurias y por eso hacía de todo. Cuentan que un distinguido caballero de Medellín, con ínfulas de pintor, le compraba sus cuadros sin firmar, para luego firmarlos y venderlos como suyos”[9].
“Montoya alternó su trabajo artístico con la docencia en el Instituto de Bellas Artes y con la profesión de Ingeniero al servicio del Ferrocarril de Antioquia. Posteriormente trabajó en el Ferrocarril del Carare”[10]. Como pintor fue un artista académico, fiel seguidor de su maestro, se aprecia un rigor en el trabajo, la habilidad en el manejo de las diferentes técnicas y sus ya mencionadas cualidades de excelente dibujante.
Su producción artística, si bien, no muy abundante, reflejan el gusto de la época y las exigencias del mercado, capaz de unir en éstas el sentido plástico y decorativo, para producir conjuntos llenos de vigor, poética y armonía. Al observar sus cuadros, “nos hallamos frente al pintor sensitivo decorador, con una fuerte dosis de neoclasicismo y romanticismo, cercano en muchos aspectos a Caillebotte[11] y lejanamente a Millet[12]. La meticulosidad en la elaboración lo liga con el primero, mientras con el segundo se establece una afinidad temática que no tuvo mayor trascendencia”[13].El cuadro que se encuentra en la casa de la Cultura de Medellín, “Jarrón con Margaritas”[14] es un claro ejemplo de su fidelidad para con su maestro en la técnica de pintar jarrones y flores; también refleja un poco la similitud que muestra con Caillebote por los rasgos de romanticismo e impresionismo. La obra se compone de un jarrón que reposa sobre un manto color carmín pálido; el jarrón de color blanco donde utiliza colores opacos grisáceos y las flores de colores blancos, rosas, y violetas pálidos dispuestas en el interior del jarrón. El manto que cubre levemente la base muestra una escena poética que lo caracteriza y es por este aspecto que se le compara también con Millet.
Como maestro, desarrolló una importante actividad en el Instituto de Bellas Artes y en su taller particular de Medellín. Contribuyó a formar una generación de notables figuras del arte antioqueño. Cuando Cano se estableció en Bogotá, a su lado continuaron estudios Humberto Chaves, Luis Eduardo y Bernardo Vieco, Romulo y Constantino Carvajal, entre otros; le correspondió iniciar en la plástica a Eladio Vélez, Apolinar Restrepo y Pedro Nel Gómez, los más conocidos de sus numerosos alumnos. Hizo siempre de la docencia uno de sus deberes fundamentales lo que se refleja en el especial afecto que le prodigaban no sólo sus alumnos sino también de sus colegas; fe viva de ello lo muestra el memorial en el que solicitan a la junta de la Sociedad de Mejoras públicas, en el año de 1916 el revocamiento de la norma que impide utilizar modelos femeninos vivos y un aumento de sueldo para Montoya.
Gabriel Montoya aprendió de su maestro los secretos del oficio y los fundamentos de la enseñanza académica de la pintura, apoyada en la observación directa de la naturaleza, bajo la dirección "acertada" del profesor, de manera que el alumno buscara la originalidad en sus creaciones. Tales principios los supo transmitir con resultados bien conocidos, (porque nada se reservaba de sus conocimientos) por la trayectoria e influencia artística que sus discípulos tuvieron en las décadas posteriores
La fortuna le fue esquiva, como a todos los artistas, y por consiguiente, deja a su familia sin recursos para defenderse en la vida, razón por la cual la sociedad de mejoras públicas abre una colecta para ayudar a sus hijos huérfanos[15].
[1]Postal del Museo de Antioquia donde se muestra una Lavanderas del río (óleo sobre tela) y al reverso una breve Reseña del Maestro Francisco A. Cano
[2] Litografía “El montañés”, Medellín, Agosto de 1898
[3] Dibujo ilustrativo para el poema de Alfredo de Musset en “El Montañés”, Medellín diciembre de 1898.
[4]Francisco A. Cano. Reseña sobre la 2 da exposición Artística e industrial de Medellín. La patria, Medellín, Octubre 30 de 1905. Tomado del Folleto: Gabriel Montoya, Compañía Suramericana de Seguros.
[5] Cárdenas, Jorge y Ramírez de Cárdenas, Tulia. EVOLUCIÓN DE LA PINTURA Y LA ESCULTURA EN ANTIOQUIA. Medellín, Museo de Antioquia, 1987
[6] Londoño Vélez, Santiago. HISTORIA DE LA PINTURA Y EL GRABADO EN ANTIOQUIA. Ed. Universidad de Antioquia 1995.
[7]Londoño Vélez, Santiago. HISTORIA DE LA PINTURA Y EL GRABADO EN ANTIOQUIA. Ed. Universidad de Antioquia 1995.
[8] Fragmento de poema publicado en “El Bateo” No. 668. Medellín, Junio de 1923. Tomado del Folleto: Gabriel Montoya, Compañía Suramericana de Seguros.
[9] Tomado del Folleto: Gabriel Montoya, Compañía Suramericana de Seguros. Pág. 7
[10] Londoño Vélez, Santiago. HISTORIA DE LA PINTURA Y EL GRABADO EN ANTIOQUIA. Ed. Universidad de Antioquia 1995.
[11] Fue un pintor francés, impresionista.
[12] Pintor francés. Sus obras reflejan escenas de la vida campesina de manera realista y poética.
[13] Cárdenas, Jorge y Ramírez de Cárdenas, Tulia. EVOLUCIÓN DE LA PINTURA Y LA ESCULTURA EN ANTIOQUIA. Medellín, Museo de Antioquia, 1987
[14] Óleo sobre tela 1906.
[15] El correo Liberal, Medellín, jueves 3 de diciembre de 1925.
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